El desarrollo tecnológico ha acortado las distancias. Ahora, con una conexión a Internet podemos estar conectados con todo el mundo en cualquier momento. Ya no es necesario compartir un mismo espacio para trabajar en equipo. Pero sí que hace falta un buen liderazgo y una forma diferente de desarrollarlo.

Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), para dirigir de forma eficaz a los profesionales que trabajan en remoto hay que plantear una gestión basada en los resultados. Esto implica definir metas, objetivos y tareas para después supervisar y evaluar los progresos.

El feedback tiene especial importancia cuando se teletrabaja. Aportar comentarios y opiniones constructivas mientras se desarrolla un proyecto no solo lo mejora, sino que motiva y asegura un buen desempeño por parte del equipo. Además, así se evitan errores de interpretación que quizá presencialmente no se darían. Sobrecomunicar, en este caso, no está sobrevalorado.

No obstante, tiene que haber un equilibrio entre esto y la autogestión de cada empleado. No se trata de estar todo el tiempo encima, sino de establecer claramente cuáles son los objetivos y acompañar durante el proceso hasta conseguirlos.

La confianza entre líderes y colaboradores tiene que ser máxima para que el trabajo en remoto tenga éxito. Los empleados deben ser capaces de poner en valor su autonomía e independencia, mientras que los líderes han de tutorizar y orientar en lugar de imponer.